miércoles, 18 de julio de 2012

Madeleine


-Siento haber llegado hasta este extremo Mady.
-No...no importa cariño, sabes... creo que nos hace falta un descanso a todas, al menos de momento.
-Sé cuanto deseabas esto, sé que querías que saliese bien. Sé lo que deseabas.

Madeleine se quedó en silencio durante unos instantes, quizás por aquel intenso sentimiento de decepción y de sufrimiento que casi podía masticarse en el aire de la cocina, quizás porque se había  concentrado en la preparación del té de manera que no perdiese ni una gota de sabor y aroma.
De repente Madeleine se dio la vuelta, llevando entre las manos una preciosa tetera de porcelana junto con un par de pequeñas tazas a juego en una bandeja. Con delicadísimos movimientos la cocinera sirvió el té de una forma que hubiese hecho quedar en ridículo a la más experimentada de las geishas.  De repente supe lo que iba a decir, lo sabía porque su sonrisa, aun expresando la más sincera calma, parecía haber sido envenenada por la resignación, sin embargo ella no iba a dejar que eso estropease su agradable carácter y tampoco su sagrada hora del té y menos si tenía visita!

-Mi abuela me decía que con té, las penas son menos y creo que es cierto, creo que una taza de té es capaz de sanar el espíritu más que los antidepresivos.

Me quedé unos instantes en silencio observando como sorbía de su taza con cometida pulcritud.

-Tienes razón Mady-Dije sonriendo de manera cariñosa a mi interlocutora.

Madeleine estaba a punto de perder el control sobre la expresión de su cara impoluta, sus ojos estaban saltando en lágrimas mientras su sonrisa estaba empezando a romperse.

-Baila conmigo, no pasa nada si quieres llorar, solo déjate llevar por la música y olvida por unos minutos quien eres. - La cocinera de la sonrisa amarga se levantó dejando que las lagrimas se derramaran por la porcelana de su rostro mientras me daba la mano para bailar el pequeño vals.

Durante unos instantes todo fue a cámara lenta, su pelo violáceo se movía graciosamente con cada movimiento , su rostro se debatía entre el llanto más amargo y la sonrisa más cándida. Incluso dolida aquella chica seguía siendo dulce.


Podéis escuchar esta música para acompañar el fragmento! espero que os halla gustado!

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